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25 de enero de 2011

Sifón del susto

(…) Al llegar a la sala de Las Sombrillas, encontramos a Scott que llevaba unos minutos ahí. Nos contó del sifón que había al final de la sala. Fuimos a verlo con la idea de nadar un poco. Me impresionó que el agua estuviera tan cristalina. Incluso se veían algunos peces. Esteban y yo decidimos entrar al agua. Comenzamos por probar la profundidad. En el punto justo antes de consumirse bajo la roca, el nivel del agua nos tapaba fácilmente, podría tener unos 2 metros.

Siempre con la curiosidad de saber que habría del otro lado, comenzamos a tocar bajo el agua, pero solo podíamos sentir roca sólida. Decidimos darnos la mano para tener un mayor alcance. Primero lo intentó Esteban y luego yo, pero no podíamos ir muy lejos, nos faltaban más brazos. Le pedí a Scarlett –que aún estaba seca y fuera del sifón–, que se sumara a la cadena humana.

Ahora con seis brazos y llenos de curiosidad, el sifón no parecía tan impenetrable. Decidimos que yo bajaría. Por su parte, Scarlett y Esteban se acercarían lo máximo posible a la roca para darme mayor alcance. En caso de algún problema debían sacarme lo antes posible.

Ajusté bien mi casco y activé la lámpara de cabeza en la máxima potencia. Pude ver a Scott, que estaba un par de metros fuera del sifón, preparando la cámara para grabar el momento. Me acerqué al punto de inmersión y tomé la mano de Esteban.

- ¡Suave! ¿Cómo cuanto aguanta usted la respiración para calcular? –me dijo.
- Como un minuto –de todas formas no teníamos como medir el tiempo con precisión.
- OK.

Tomé la bocanada más grande de aire que pude y bajé. Mi primer instinto fue abrir los ojos, pero el agua estaba muy agitada y lejos de ser cristalina como al comienzo. Avancé con los ojos cerrados confiando solo en lo que podía tocar. Habrían pasado ya unos 15 segundos. Pataleé con fuerza siguiendo la pared y me di cuenta que no era recta, sino que tenía una curvatura hacia la derecha, lo que redujo un poco el alcance de nuestra cuerda humana. Intenté subir para sacar la cabeza pero el casco se topó directamente con la roca. Entonces lo intente con mi mano izquierda que estaba libre y pude sentir que salió del agua unos centímetros.

No se en realidad cuantos segundos habían pasado, pero Esteban y Scarlett comenzaron a sacarme. Me dejé llevar hasta la salida. Saqué la cabeza del agua y tomé un poco de aire.

- ¿¡Qué!? ¿Hay algo? –preguntaron.
- Saqué la mano y sentí que hay aire. No se que tanto, porque no pude sacar la cabeza, pero si hay aire. Necesitamos una cuerda.
- …
- ¡Yo tengo una cuerda aquí! – dijo Scott.
Y sacó una cuerda de unos 5M, ¡Justo lo que necesitábamos!
Scarlett, que era la única con arnés en ese momento, se ofreció a amarrarse la cuerda al equipo. Yo tomaría un extremo y así podría llegar más adentro.

Acordamos una señal en caso de necesitar que me sacaran.

- Si tiro dos veces de la cuerda… ¡me sacan rápido!
- OK.

Otra bocanada de aire y me sumergí. Esta vez fui directo hacia la derecha siguiendo la pared. Pasé unos pocos segundos avanzando y calculé, que ya estaba donde había sentido el aire. Comencé a subir despacio –no quería volver a golpear el casco contra la roca–. Nada me impidió esta vez subir hasta la superficie. Abrí los ojos y pude ver por primera vez esta nueva sala. De un tamaño medio y con el agua como piso. Solo unos pequeños bordes de roca la rodean. En ese momento se me pareció bastante a un gran jacuzzi.

No había pasado ni 5 segundos flotando en la sala, cuando noté que el agua debajo de mí se iluminaba. De repente, veo aparecer a Scarlett sujetada a la cuerda que yo aún tenía en la mano. La tomé del brazo y la subí a la superficie.

- ¡Respire! ¡Vea!... la caverna continúa.
- No toco fondo.
- Tranquila, agárrese de mí. –yo estaba sujetado al borde de la sala.

Pasaron algunos segundos mientras admirábamos la sala y entonces… sucedió. Esteban comenzó a jalar con todas sus fuerzas de la cuerda desde el otro lado del sifón. ¡Claro! Llevábamos ya mucho tiempo sin dar la famosa “señal”. Tenía que estar asustado, pero ahora, Scarlett luchaba por agarrarse de mí y evitar que la hundieran. Yo apenas podía sujetarme solo.

- ¡Ska! Agárrese de donde estoy yo. Voy a devolverme para avisar, porque sino Esteban la va a hundir. Agárrese fuerte.
- ¡Vaya que me van a ahogar!
- Ya voy.

Me devolví rápido, pensando en Ska y en la nueva sección de la caverna.
Cuando Esteban vio mi luz aparecer por el fondo del sifón me sacó para respirar.

- Y… ¿Scarlett? ¿Donde está?
- ¡Tranquilo!… no jale más la cuerda, ella está al otro lado, la está hundiendo. La caverna sigue. Esto sale a otra sala. ¡Vamos más bien para que conozcan!

Y fue así, que después de tremendo susto que nos llevamos, todos (Scott Trescott, Scarlett Brenes, Esteban Zárate y Víctor Carvajal) logramos superar el sifón que hasta ese momento permaneció imbatible.